Nueva York, 2018. La ciudad no duerme, porque hace unos meses el alcalde Santorelli cerró las rutas y los aeropuertos y todos sus habitantes quedaron atrapados. El ejército acecha: no des un paso en falso, o podrías ser detenido en la "Base Halcón", construida sobre lo que meses atrás era Staten Island, y nunca nadie ha regresado de ahí. Los de la isla fueron desalojados y conviven en un campamento militar en el Central Park, ¿recuerdas cuando el parque era ideal para un día de campo? Ahora impera el desastre, y éste no discrimina: las diferencias sociales son cada vez menores porque comienzan a escasear los recursos y el dinero ya no sirve de mucho.
Pero nadie sabe exactamente qué es lo que sucede. Los medios de comunicación son controlados por el gobierno. Algunos se atrevieron a denunciar esta censura pero nunca más supimos de ellos. Ante esto otros decidieron no quedarse con los brazos cruzados, pero sus medios de responder a la violencia con violencia dejan un buen saldo de víctimas en cada atentado. La mayoría de nosotros ya no queremos vivir así, pero tenemos miedo de salir a la calle. Si no es a uno, es a los otros: cualquier ocasión puede convertirse en un campo de batalla entre los bandos más extremistas. Ayúdanos, ayúdanos a buscar respuestas, ayúdanos a descubrir de qué clase de experimento retorcido formamos parte.
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